Quien crea haber visto el cielo nocturno, cuando lo observe desde un auténtico cielo negro, recibirá la mayor sorpresa de su vida
La naturaleza en la Tierra no deja de sorprendernos; peregrinamos al Everest, al Niágara, al Amazonas u otros lugares impresionantes de nuestra lista de deseos, pero en general, solemos dejar el cielo nocturno fuera de ese listado de experiencias naturales por descubrir. Sin embargo, la grandiosidad del cielo nocturno puede ser aún más conmovedora que las maravillas terrestres.
Durante millones de años, las estrellas han rotado sobre nuestras cabezas y los planetas han realizado su danza celestial. Observar este desfile solía ser un ritual nocturno para los humanos hasta hace muy poco. Hace menos de cien años, ver el cielo nocturno despejado era un derecho natural; ahora es inaccesible para los habitantes urbanos de todo el planeta, pero todavía podemos tenerlo a nuestro alcance si lo buscamos.
¿Qué impulsa nuestro interés colectivo por el cielo nocturno?
Es probable que los orígenes de la astronomía se remonten a la era prehistórica, con los primeros Homo sapiens que observaron que los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas no eran aleatorios. Una interpretación más moderna podría afirmar que, aunque no siempre hemos sabido con certeza científica que había «más» fuera de la Tierra, nuestro carácter explorador nos lleva a mirar hacia las estrellas así que nuestra época de exploración del cielo nocturno no ha hecho más que empezar.
La última mitad del siglo XX y principios del siglo XXI ha supuesto el auge del movimiento para la preservación de los cielos oscuros. Promovido por organizaciones internacionales como la Asociación Internacional de Cielos Oscuros (IDA, International Dark-Sky Association), organismos nacionales y entidades locales y grupos de interés, nace un movimiento creciente para preservar los cielos oscuros donde todavía son visibles, o en algunos casos recuperar cielos más oscuros gracias a una planificación de infraestructuras y algunos cambios en la iluminación.
La forma más accesible de disfrutar de un cielo nocturno es observar las estrellas, buscar las constelaciones y los planetas visibles, pero, ¿qué hay que buscar en la inmensidad del cielo nocturno? Puede resultar difícil saber qué se está viendo, pero la clave está en familiarizarse con el cielo nocturno y saber dónde mirar.
Pequeña introducción a la observación de cielos oscuros y estrellas
El cielo está lleno de objetos interesantes, desde estrellas y planetas solitarios hasta constelaciones o grupos de galaxias.
En el hemisferio norte, las principales estrellas de orientación son la Polar, la estrella del Norte, y Sirio, la estrella más brillante del cielo (solo nuestra luna y algunos planetas visibles como Venus, Júpiter y, a veces, Marte, brillan más). Sirio también se ve en el hemisferio sur, así como Alfa Centauri, un sistema estelar que es nuestro vecino celestial más cercano, a «tan solo» cuatro años luz.
Aparte de las estrellas también podremos observar constelaciones. Estas agrupaciones de estrellas, cercanas entre ellas desde nuestra perspectiva en la Tierra (aunque puedan estar separadas por millones de años luz en el espacio), nos ayudan a dividir el cielo en distintas áreas. Son visibles en todo el planeta en momentos diferentes y pueden variar en los hemisferios norte y sur. Algunas de estas constelaciones pueden resultar familiares, como la Osa Mayor (o Carro Mayor), Orión (el Cazador) y el Cisne (o Cruz del Norte).
Otra gran manera de conectar con el tapiz celestial es identificando los planetas visibles de nuestro sistema solar sin necesidad de telescopio así como la Vía Láctea, visible como una banda nubosa que cruza el cielo, que está formada por los millones de estrellas y sistemas solares que configuran nuestra propia galaxia.
Cómo observar las estrellas
Antes de empezar la observación, puede ser útil investigar un poco las constelaciones visibles en el cielo que se va a observar, según la localización y el mes. Se pueden consultar cartas estelares o utilizar un buscador de estrellas (pequeño telescopio ) para ver cómo será el cielo, o consultar las varias aplicaciones o sitios web existentes para tal fin, como In-The-Sky.org, una de las herramientas más potentes para estas investigaciones.
Aparte de esperar un cielo nocturno despejado y libre de nubes, al planificar las sesiones de observación conviene elegir un momento del mes sin Luna llena. La Luna es el objeto más brillante del cielo nocturno y dificulta nuestra capacidad de ver las estrellas y otros objetos celestiales cerca de ella. Lo mejor son los 20 días en torno a la Luna nueva para ver cielos más oscuros y un mayor número de estrellas.
En la mayor parte de las ciudades del siglo XXI resulta imposible la observación de cielos oscuros por lo que muy probablemente será necesario salir. Si se vive fuera de la ciudad, posiblemente sea suficiente salir al exterior con todas las luces apagadas y dejar que la vista se vaya adaptando. En cualquier caso, los ojos necesitan unos 20 minutos para acostumbrarse a la oscuridad sin mirar luces o dispositivos.
Una vez decidido el lugar se puede empezar la observación buscando algunos objetos básicos: en el hemisferio norte, la estrella Polar (o estrella del Norte) es la estrella alrededor de la cual parece que rotan todas las demás durante el año; se encuentra en dirección norte o sobre nosotros en dirección al norte según la latitud desde donde se observe. Sirio es la estrella más brillante del cielo nocturno, muy útil para orientarse. Situada en la constelación del Can Mayor, se eleva cada vez más con cada año nuevo. En el hemisferio sur, Alfa Centauri es una de las estrellas más brillantes del cielo, situada en la constelación del Centauro.
También podremos observar en el cielo nocturno lluvias de estrellas o meteoros y cometas de paso por la Tierra o un eclipse u otras galaxias, como la Gran Nube de Magallanes y la Pequeña Nube de Magallanes (LMC y SMC, por sus siglas en inglés) que son visibles en el hemisferio sur como dos áreas nubosas, o la galaxia Andrómeda, la gran galaxia más cercana a nosotros que se encuentra a 2,5 millones de años luz y casi 10 veces del tamaño de la LMC, se puede ver en noches sin luna.
Otros objetos que podemos observar sin necesidad de telescopio son los cinco planetas visibles: Venus, el lucero del alba o la estrella vespertina, es el planeta más brillante del cielo; Júpiter, el planeta brillante más grande; Marte, nuestro vecino planetario más cercano; Mercurio el menos observado porque suele estar cerca del Sol, pero si se planifica el mes y la hora del día correctos, es posible verlo cerca del horizonte tras la puesta de sol; y Saturno, identificable si se sabe lo que se busca.
Asimismo se pueden ver objetos artificiales que orbitan alrededor de la Tierra. Uno de ellos es la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), que orbita continuamente a 400 km de nuestro planeta. Como está cerca, se puede ver de día y de noche: un objeto brillante que cruza el cielo ininterrumpidamente.
Dedicar tiempo a disfrutar del cielo, ya sea viajando o desde el patio de casa, mejora nuestro conocimiento y aprecio por este planeta y por todo el universo, y observar las estrellas es una de las formas más sencillas de disfrutar de la naturaleza aquí en la Tierra: ¡solo se necesitan los ojos y cielos oscuros!
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